El es El Capitan

Edificadores de Naciones
January 10, 2023

Marcos 4:35-41 Jesús calma la tormenta

35 Al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago». 36 Así que dejaron a las multitudes y salieron con Jesús en la barca (aunque otras barcas los siguieron). 37 Pronto se desató una tormenta feroz y olas violentas entraban en la barca, la cual empezó a llenarse de agua.

38 Jesús estaba dormido en la parte posterior de la barca, con la cabeza recostada en una almohada. Los discípulos lo despertaron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?», gritaron.

39 Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense!». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma. 40 Luego él les preguntó: «¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?».

41 Los discípulos estaban completamente aterrados. «¿Quién es este hombre?—se preguntaban unos a otros—. ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!».

¿Y cómo pasamos al otro lado?

Jesús se encontraba en la popa, que es la parte trasera del barco.  Aquí la palabra rápido nos identifica la posición de Él con relación a la embarcación.  En esos tiempos la popa era donde se localizaba la habitación que el capitán usaba para dormir. Es donde se encuentra el sistema de propulsión (potencia) de un bote, es el sistema que le da la dirección y manejo al bote, es la fuente que proporciona luz a la navegación y a la vez se usa para alertar en la noche que hay otras embarcaciones navegando.  Pero no solo eso, la popa también debe ser capaz de restringir las vibraciones causadas por el agua alrededor y está diseñada para minimizar la resistencia y para asegurar que el bote se mueva eficientemente mediante un fluir uniforme del agua.  

¿Que azota tu bote? 

El bote puedes ser tú mismo.  Aquí la palabra nos describe una embarcación azotada violentamente en todas las direcciones por una gran tormenta.  En inglés se conoce como un “squall”. Esta es una tormenta sumamente fuerte, con vientos en todas direcciones y muy poca o ninguna visibilidad, generalmente de corta duración.  Pero a esto también se suman las olas, que el verso menciona que azotaban la embarcación.  Aquí la palabra olas además de describir lo que físicamente son, habla también de cuando un hombre es impulsivo y  descuidado en su carácter, el cual es  llevado de un lado a otro por sus pasiones descontroladas hasta el punto de que ya estas han inundado todo su interior.  Por tanto, hablamos de un ataque bien impetuoso y agresivo ya sea a nuestra mente, emociones o nuestro cuerpo que nos lleva a la desesperanza y a olvidar dónde se encuentra Jesús en esa barca. Ósea, en nuestra vida.  

¿Donde esta Jesus? 

¡Qué fácil es olvidar en medio de la tormenta que una vez Cristo entra en nuestra vida El sabe muy bien su posición!  ¡Somos nosotros más bien los que olvidamos donde Él se encuentra! Esto me recuerda como el Padre del hijo pródigo jamás se fue de su casa a buscarlo. El se mantuvo esperándolo, pero no se movió de su lugar y posición.  Fue más bien el hijo que al entrar en sí, recordó donde encontraba su Padre. 

¡Y ni hablar de cuando Jesús fue crucificado, que aun pudiéndose mover de la Cruz, tampoco lo hizo! Y Cristo en nuestra vida está nada más y nada menos en la silla del capitán, de ese lugar donde saldrá todo el poder y las fuerzas para llevar a cabo nuestro propósito.  Él es quien determina nuestro rumbo. Proverbios 16:9 dice: “El corazón del hombre pondera su camino, pero el Señor le corrige el rumbo.”  

Cristo en nuestra vida está nada más y nada menos en la silla del capitán, de ese lugar donde saldrá todo el poder y las fuerzas para llevar a cabo nuestro propósito.

Conclusión

Es Cristo quien nos da la dirección.  Él es nuestra luz en medio de toda tiniebla y oscuridad.  Restringe el nivel de vibraciones que traen fatiga física y emocional, que evita que nos hagamos pedazos.  Nos libra de inestabilidades que nos llevan al descontrol.  Ajusta mediante el Espíritu Santo, que es el agua en nuestra vida, nuestro andar y caminar para que sea menos tumultuoso y podamos avanzar aun en medio de las tribulaciones.  El Espíritu Santo lo cubre todo y no deja nada incompleto.  Es este mover del Espíritu Santo lo que nos permite avanzar. 

Observa que luego de que los discípulos lo despiertan, Jesús no se levanta molesto porque lo despertaron, al contrario, enmudeció y calmó todo lo que los incomodaba.  Restauró en perfecta paz lo que estaba en caos.   Él siempre está dispuesto a restaurar Su paz en nosotros, nos entra en Su reposo y reprende lo que nos está perturbando.  

Él siempre está dispuesto a restaurar Su paz en nosotros, nos entra en Su reposo y reprende lo que nos está perturbando.  

Cristo lo entiende y lo atiende.  El problema no es cuando le hablo de mi condición y cuales son mis circunstancias porque primeramente ya él de antemano las conoce y está más que dispuesto a ayudarnos. Es más bien cuando permitimos que el miedo nos lleve a cuestionar su amor y cuidado; cuando desconfiamos y dudamos de donde el capitán está posicionado y cuál es su rol. La palabra nos instruye que solo el perfecto amor echa fuera el temor.  No dejemos que la duda, al igual que a los discípulos, nos lleve a cuestionar su identidad como el Hijo del Dios que todo lo puede y que todo puede someter a Su voluntad.  ¡Que fácil se nos olvida que todo acto de liberación ya sea en otros o en nuestra vida levantarán tormentas en el camino!  Si tuviéramos la oportunidad le preguntaríamos al hombre gadareno que se encontraba al otro lado de la orilla!  El era la siguiente asignación de ellos una vez la tormenta había pasado. Tal y como su nombre significaba Gadareno= recompensa al final.  Recuerda, Cristo es quien establece el rumbo, quien nos estabiliza, nuestra luz y quien tiene el poder de desarraigar toda duda, temor y situación incómoda e inesperada a tu alrededor. 

¡Él es el Capitán!

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